Era el paso del vinilo al cedé. En Pryca (el antiguo Carrefour) se debieron de volver locos y sacaron todas sus existencias vinileras a la venta. A precios de risa. Yo no tenía un duro, pero incluso para un pobretón aquella era demasiada tentación. Muchas veces me los compraba por ecos lejanos o, simplemente, por las portadas. Recuerdo en especial dos. Una, el Rank de The Smiths. Conocía a los de Morrissey, por mucho que no tuviera nada suyo. Pero aquella portada, aquella cara plateada levemente silueteada sobre blanco. Era demasiado bonita. Daba igual si luego no me gustaba. Daba igual si, ya por aquel entonces, no era muy fan de los directos. Sólo mirar aquella imagen valía lo que costaba (confieso que hice trampas: cambié el precio, una etiquetilla azul bastante fácilmente despegable por otra igual de menor precio).
La otra, la del primero de Violent Femmes. No tenía ni idea de quiénes eran esos tipos. Ni idea. Pero aquella niña asomada a la ventana... Y esa contra... Y los títulos de las canciones... No me lo pensé mucho. Fue mi compra del mes. Y fue mi disco de muchos meses. Me veo agarrando la funda en una pezuña y escuchando esa cosa. Mi madre decía que sonaba como una jaula de grillos. Tan nueva, tan desconocida.
(Autor del texto: el Tapir Nicanor [Hoy puede ser un gran día])
2 comentarios:
Tapir, ladronzuelo, está muy mal eso de cambiar las etiquetas.
Venga, va, yo también confesaré: tardes a la salida del colegio, tienda de discos del barrrio, la carpeta con los apuntes era tan buen lugar para camuflar singles...
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