Dave’s True Story eran un dúo neoyorquino que hacían una especie de jazz sofisticado muy light próximo al easy-listening. Querían componer como Gershwin. Querían ser un buen Cheddar. Pero se quedaban siempre en una tarrina de queso Filadelfia.
En «Stormy» —la canción que cerraba el álbum Sex Without Bodies (1998)— ella consigue cantar esta estrambótica y olorosa línea:
The room reeks like a wedge of Camembert
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